martes, 1 de junio de 2010

Hoy mi vida entera busca poesía y yo oí tu voz.
Es tan poco lo que necesito para eliminar meses y meses de ayuno, de expiación,
de sacrificio.
No es necesario, ya no, porque me dieron la llave a tí a regañadientes.
La verdad no la quería aún.

De un sólo golpe ha vuelto todo lo que tenía debajo de la alfombra:
los lunares, el verde profundo de tus ojos juguetones, tu voz.
Gracias por tu voz, ese bálsamo precioso tantas veces odiado.

Eres mi demonio favorito, el camino a casa, el perdón a mis olvidos.
Vuelves con tu sonrisa temprana y tus promesas, siempre esas promesas.
Te dije que no, te lo grité, te lo clamé, te lo rogué.
Ahora estoy corta de respuestas.

Leerás esta noche y notarás que no te conté la principal de mis noticias,
la más dura e, irónicamente, la más liberadora.
Es un no más a un "No más" dado hace mucho.
La vuelta de la Lacrimosa del Requiem.

Somos viejos ahora, corazón, la edad ha llegado para los dos este otoño
y nos hemos quedado sin excusas, me lo anunciaste hace un tiempo.

Primero fue el dolor, luego el amor
y luego el dolor y el amor al tiempo.
Basta de dolor y de amor, ángel mío,
Nuestro tiempo en la Tierra es muy corto para eso.

Lo confieso: siempre tú, en cada esquina, en cada aire,
siempre tú en mis oidos retumbando, en mis letras,
siempre villano y héroe, policía y ladrón.
Siempre yo diciendo un no que siempre es un sí.

Estas son letras de un corazón destrozado en un accidente,
y de un alma intácta en tu mesa de noche.
Son letras de escritor dejado caer al vacío
que tranquilo mira las estrellas.

Tómalas, ángel mío, para que las convirtamos en lo que prometes y lo que no.
Yo esta vez sí prometeré, porque no volveré a tenerte miedo,
este será un baile de dos.


Granger

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