viernes, 1 de octubre de 2010

Como Hamlet

Es importante recordar que hasta el día 30 de septiembre de 2010 a las 10pm yo estaba clara en lo que iba a hacer. Y, perdón el francés, jueputa, otra vez todo se desploma.

Sí, ya, iba a tomar la decisión práctica de no sentir. De dejarme llevar por el momento, por la novedad, por todo este huracán maravilloso de momentos. Es maravilloso, lo sigue siendo 6 horas después del declive, pero mi cabeza es un despelote.

Ya lo había asumido, se lo he dicho a todos y lo acepté. Todo muy bien, hasta que Murphy intervino.

Para quienes han leido mi libro (casi todos los que leen este blog), pues bueno, ya saben quién es el protagonista. Es un recuerdo escapado del cerebro de la protagonista, y ya saben quién es para mí. Bien, mi recuerdo es más jodido que el de Daniela. Creo que no podría imaginarme un capítulo como el que viví hace un rato.

¿Es que a la vida no le gusta verme contenta???? ¿Por qué me pone enfrente la posibilidad, la esperanza, la ilusión taaaan añeja... y por qué la hace tener semejante memoria? Se supone que la que recordaba todo era YO no TU. No máaaas, o bueno, mejor no hablo tan duro.

La última vez que te escribí te dije que mi corazón era tuyo. Pues bien, es verdad. Lo acepto y lo sabes. Lo desempolvé por si alguien viene con ganas de hacerlo reir, pero sigue en su cajita fuerte, esperando un milagro como fuiste tú. Ahora la parte mala: para lograr que se mantenga bonito y medianamente servible necesito que no lo toques. ¿Entendido? No te doy permiso, menos cuando te comportas como la maravilla que eres. Está prohibido hacerlo latir, porque si lo tocas aplica la vieja ley de "El que lo rompe lo paga" y tu aún me quedaste debiendo plata de la última vez que lo rompiste.

Ahora mi habitación huele literalmente a rosas. ¿Te conté que las que me diste las tuve por 10 años envejecidas y expedían un olor espectacular? Fueron casi 30 rosas meticulosamente preservadas, hasta que en un ataque de ira las boté. Cada vez que veo rosas pienso en las tuyas y el olor delicioso que dejaron en mi habitación.. en todas las habitaciones que tuve en esa década. Y hoy esta huele a rosas...

Ser o no ser, esa es la cuestión. En mi caso sería sentir o no sentir. La vida cuando poco sientes es mucho más llevadera y hermosa, hay tantas ventajas. Sentir lleva siempre al desengaño y a la idealización. No quiero eso, ya lo tuve y rayé en la locura. Bien me lo dijo Camilo cuando recién apareciste: "huye" fue su único consejo, y no le hice caso.

A ver si la magia de octubre y la expectación de mis segundos quinces ayuda en algo a mitigar esta sensación de vacío que no me ha dejado dormir.


Jo

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