sábado, 13 de enero de 2007

ALGO SIN PENSARLO MUCHO

Mis sueños no mienten
su ausencia es demasiado obvia, demasiado densa.
Escapan de la trampa que pusiste
el día en que bautizaste como verdad el sufrimiento.

La única que se queda en medio del laberinto soy yo
y tu tienes la llave.
No te basta con mutilar mi razón, ahora acabas mi culpa.

Los sucesos de mi vida tienen como alfa y omega tu risa.
Eres tan distante que te siento dentro mío,
y subo por los muros del laberinto para encontrar tu llanto,
ese que no dejas escapar por miedo y rabia, por el mudo y porque sí.

Te leo ahora, mejor de lo que nunca imaginé,
de ser cierta mi teoría, he ganado sin jugar la primera partida.
Ahora sólo queda esperar a encontrar la salida a esta paradoja,
o a encontrar en ella un lugar para escribirte versos como estos,
pesados, complejos, pero tan simples como tu y como yo.

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