viernes, 25 de febrero de 2011

Volver...

¿Por qué volví?

Para mí eso no aplica como pregunta... la respuesta más bien es "Porque volví". Juré no hacerlo, pero parece que mi corazón nunca notó tal juramento. A veces sólo hay que dejarse llevar por los acontecimientos, por la lógica y por el instinto; eso sucedió.

Ocurrió un día como cualquier otro, pero con un factor altamente diferenciador: me estaba muriendo. No quiero sonar dramática, pero simplemente creo que así se siente: jadeaba de dolor, no sentía los miembros, rogaba a la muerte o a lo que fuera que me llevara. Y no, no era un delirio romántico, era una gastritis viral infame.

Yo siempre le he dado vueltas al tema de "la pareja perfecta": me ha intrigado que las personas lo vuelvan algo tan condicionado, tan denso. Si me hubieran preguntado hace 1 año qué hacía que una pareja fuera perfecta, habría dicho "confianza, inteligencia, que sea tierno y que me haga reír"... eso era hace un año.

Aquel día de mi prematura muerte, no era una persona que buscara o pensara en la posibilidad de una pareja perfecta. Estaba sucia y maloliente, enterrada en mis cobijas, el mundo me daba vueltas y el corazón estaba de vacaciones por falta de incentivos para quedarse. En ese momento no contaban mis amigos de parranda, ni mis personas-juguetes temporales para sacarme el dolor; sólo estábamos el dolor de entrañas y yo, en una batalla épica por mi pobre cuerpo.

No se me ocurrió llamar a nadie, estaba TAN molesta e incómoda, que nadie podría verme así sin pensar como mínimo en mi mala facha, pasando por mi irasibilidad justificada pero punzante. Sin embargo, Paul llamó.

Llamó por culpa de un mal sueño que había tenido conmigo, llamó luego de meses sin llamar, con un motivo más metafísico que casual. Yo no había dicho nada de que me moría, porque no tenía fuerzas para llamar a nadie. Él simplemente apareció.

Y luego le dije lo mal que estaba y pedí su ayuda, porque si bien mucha de la confianza sobre otras personas se había ido, había una confianza que vivía y vive conmigo siempre: nadie como él me acepta como vengo: con dolores y malos olores... Un rato más tarde, Paul volvió a la casa a la que supongo que juró nunca más volver, para hacerme reír y contarme historias inteligentes, mientras me ponía mis peluches para dormir; un momento: ¿no les suena familiar?

Yo siempre le he dí vueltas al tema de "la pareja perfecta", hasta que el estómago me dio vueltas y me dí cuenta que hace tiempo la había conseguido. Porque a pesar de todo lo vivido, eres tú el hombre al que le tengo la mayor confianza, el más tierno e inteligente y el que me hace reir cuando sólo quiero morirme.


Tiamop


Afrodita

sábado, 19 de febrero de 2011

Adiós

Siempre ha sido sencillo despedirse. Doloroso, pero sencillo. Hay despedidas que me llenan de gozo y envidia porque la persona se va a algo mejor, otras que me dejan vacíos por palabras no dichas, otras que parecen un "Hasta Luego", pero hay unas que simplemente me llenan de ira. En los últimos días tuve 2 de esos.

Tengo ira porque fue una estupidez decir "hola" y no lo supe. Tengo sensación de decepción y un olor a tiempo perdido y podrido tremendo. A veces las opciones eran tantas, que nunca entendí que el adiós fuera evidente. Siento que algo importante no lo era y simplemente voló sin permiso porque no lo necesitaba, porque nunca estuvo.

Lástima perder horas de conversaciones y haber usado la palabra "amigo" tan a la ligera. Le debo una disculpa a este sujeto, porque le hice favores incontables pensando que no esperaba nada, para notar que esperaba al menos agradecimiento. Qué expectativas tan bajas tengo de usted. Qué poco queda del respeto y admiración que tenía a sus pocas pero significativas cualidades. Ahora veo sólo su absoluta inmadurez y las cicatrices de sus múltiples traumas.

Espero que jamás lea esto para que nunca sepa la ira que ha generado en mí, pero debo dejarla salir, para que, como usted, jamás vuelva. Porque no importa cuántas mentiras diga, nunca más quiero saber de su existencia.


Pallas Atenea