martes, 1 de abril de 2008

CARTA A MI VECINO Y SUS COFRES
Estimado Señor:

La presente comunicación tiene por objeto comentarle, con un cordial saludo, que desde hace aproximadamente 7 meses, 5 días y unas cuantas horas se me ha extraviado un muro que tenía meticulosamente instalado en mi propiedad.

Este muro (de unos 2 metros de alto por un vacío de ancho) resguardaba un cofre con objetos invaluables para mí en la época de la pérdida y que creo fueron sustraidos de mi propiedad con su consentimiento.

El cofre en cuestión contenía, entre otros, una bolsa con miedos de colores, una pesada carga de culpa y tres notas dirigidas una a la indiferencia, otra al odio y otro a la dureza. El tema del que hablaban estas cartas no lo recuerdo, pero su sello lacado era negro y denso.

La última vez que fueron vistos el muro y el cofre eran transportados por robot transformable y un gonzo de tela de mi territorio a un paradero desconocido, de esos en donde se dejan cosas que nunca más se quieren recuperar. Mis indagaciones hacen pensar que estos singulares personajes pertenecen a su mundo y que usted trajo con ellos otro cofre que ahora adorna mi casa.

En el cofre que me ha dejado encontré, entre otros, una montaña de ternura, paz en sobrecitos recargables, el olor incandescente y feliz de su casa, un saquito gigante color azul noche y millones de besos danzarines, acompañados con un hombre hermoso y paciente, sonriente e inteligente de cabellos color cobre y un par de piernas extraordinariamente largas.

Si usted ha sido el causante de la pérdida de estos elementos y fue usted quien dejó el cofre en mi casa, le solicito lo siguiente:

1. Absténgase de devolver tanto el muro como el primer cofre. Ya no los necesito y su pérdida me hizo aumentar la valorización del resto de mi vida.

2. Comuníqueme su tiempo planeado de permanencia en mi casa, pues considero que este no debe ser menor a una eternidad.

3. Continúe con el extravío de todo lo que considere de poca utilidad en mi jardín. He podido apreciar su talento por hacer de la vida de quienes ama una experiencia maravillosa.

Por último, algunas preguntas:

- ¿Me permite adornar con las flores de la vida su almohada cada día al despertar?
- ¿Me da autorización expresa para guardar para usted todos mis suspiros y mis sonrisas?
- ¿Es posible acurrucarme en sus brazos y hacerme invisible e invencible en ellos?
- ¿Puedo disfrutar de su compañía en cada eclipse?
- ¿Me regala la caja que dejó en mi casa?

Quedo al tanto de su respuesta y no olvide que lo amo.



JO