martes, 7 de octubre de 2008

DIVAGANDO FRENTE A LAS PUERTAS DEL PARAISO



Ad portas de la entrada del paraiso,
postrada ante mi propia risa, busco, repto,
los aromas nuevos aparecen para reconfortarme,
en una lluvia serpenteante de culpa y alegría.

No, el pasado importa, se queda, ronda, timbra y llama,
aunque no, aunque sí,
¿será mi teléfono el que suena o yo quien marco?
Los traspiés me dan fuerza para seguir el camino del cuevo,
nuevamente...

Es un clamor de la máquina lijada de verde,
un grito ahogado por el cerebro de esta poetiza que ha aprendido a aburrir y aburrirse,
me pierdo, me encuentro, te encuentro, huyo.

Si corro más, llegaré a la puerta del Cuervo,
no puedo huir, no más, no de las palabras y de las imágenes que me has regalado
busco los pasos más certeros, la paz,
pero son palomas que vuelan para tu casa.

Una voz me toca y me moldea,
yo rehuyo del escalofrío que produce el hielo.
Me debato entre pedirte para mi y salir corriendo.
Corre... corro... vuelves... no vuelvo.

Mi alma vuelve a la primavera, pero ansía el invierno,
mi debate de siempre, mi lugar común.
Ahora la niña tiene metas grandes, sus ojos se abren y la abarcan,
pero tengo un saldo a favor que quiero cobrarme...
o no... o son sólo mis sueños que me traicionan y traen de vuelta
los aromas que antes eran angustia y hoy regocijo
y que sólo yo entiendo, porque parecen nuevos,
pero los dos sabemos que no son nuevos.

Tengo ante mí las puertas del paraiso,
pero duele tocarlas,
podría devolverme en el camino, pero el infierno queda demasiado cerca.
Toma mi mano, llena mi mente, pero no toques mi presente.
Ya nada puede darme la reversa, ni el paraiso, ni tú.


JO

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