martes, 12 de septiembre de 2006

CUANDO MURPHY LO QUIERE....

Algún amigo muy sabio siempre me dice que si llamo a la mala suerte, es muy probable que conteste. Por eso me sorprendió tanto su visita porque naaadie la llamó!!

Igual apareció vestida de amarillo.

El sábado pasado me levanté muy temprano, a pesar de haberme ido con unos amigos para El Ovejo la noche anterior, porque tenía entrenamiento de quidditch con mis Huffs a las 10am. Era tanta mi angustia de pensar que no me levantaría, que Morfeo me dejó como a las 7am. Como yo me demoro más bien poco arreglándome, decidí someterme a una de las tantas tonterías a las que la sociedad invita a las mujeres a someterse: la cera-miel.

Primero, mi autosuficiencia me pudo y puse a calentar la bendita ollita aquella con el panal dorado pegado afuera. Me puse a conversar con mi mamá, hasta que de la nada salió la secretaria de mi mamá (que es santandereana y, por supuesto, bravísima) hecha una furia, con cara de loca y saliéndole humo por el pelo preguntándo: "quién fue la bestia que quemó una olla en la cocina?" y pues claro, Jo se pone roja y se mete como todo valiente bombero a ver su creación... la olla esa llena de humo, la cera regada por todas partes y un olor seco a parafina que se te mete por la nariz y te depila hasta la conciencia.

Nada, a lo hecho, pecho... o pierna, más bien. esperé a poder respirar un poco (un pañuelo húmedo es bueno para estos casos, me enseñaron los scouts), vertí lo que quedaba en la otra ollita con cable para que no se enfríe y listo, a autoflagelarse en nombre de la belleza jajaja.

Lista estaba cuando se me enredó el cochino cable en mi pierna y, por evitar mayores tragedias, puse la mano para que recibiera el hirviente contenido de la olla.... cera líquida....

-Mierdaaaaaaa!!

grité, tal vez porque hubiera preferido a tener desechos coprológicos en mi mano que semejante líquido del infierno. De una: mano al agua, agua bien fría y CLICK .... la cera se había endurecido, creando una capa como de un centímetro de grueso al rededor de mis pobres deditos (que de por sí ya son bieeen pequeños y maltratados). Ahí apareció mi mamá proponiendo todos los remedios posibles, sin mucho éxito.... yo confié en mi instinto y con una daga y muuucho papel celofán resolví el problema.

Bueno, ni tanto...

Uno de los efectos perversos de esta práctica sadomazoquista es sentirte como un imán humano por un buen rato... se me pegaba la ropa, la comida y por último, el volante de mi carro. Yo mientras rogaba para que no se me quedara también pegada la quaffle (los de PLUMA entenderán y los demás, pregunten) porque ahí sí que me mataban los de mi equipo, sobre todo Miyuki, la capitana del equipo, que no me creyó lo de la parafina sino hasta que vio las pruebas en mi pobre mano.

No contento con esto, mi amigo Murphy decidió irse en mi contra todo el día: me quedé sin gasolina, me levanté un tipo muy tropical en un bar de rock, funk y electrónica (no entiendo qué hacía semejante personaje ahí, lo juro), buscamos con Miyu un marcador por todo Andino para escribir mensajes en un cubo que fue pintado de blanco el día siguiente, se me rompió la cartera, me acabé todos mis minutos cancelando y reconfirmando una reunión el domingo, y eso que no sabía lo que me esperaba el lúnes.

Primero, salí en mi Nimbus verde para llegar a una reunión superurgente y casi me atrapa la policía de tránsito por el Pico y Placa, así que me tocó meter en un roto mi pobre carrito. Ya había caminado algunas cuadras y me dí cuenta que había dejado mi portafolio con unos cuantos oficios importantes en él, así que me devolví. Luego me fui hacia la carrera 13 y noté que no tenía dinero suficiente para un bus decente, así que fui al cajero a sacar... pero nada, había dejado mi tarjeta entre mi abrigo del día anterior, junto con mi cédula y Jo se va en cebollero a la oficina. Ya en el bus, y como iba 20 mins tarde para la reunión, decidí llamar a mi jefecito para justificar mi tardanza, pero... a ver.... mmmm, CARAAAAAJOOOOO el celular en mi carro y yo incomunicada.

Llegué con toda la verguenza del mundo, traté de explicarme, pero igual nadie me creyó, terminamos la reunión (menos mal salió bien la bendita) pero Murphy me esperaba en la puerta de esa salita de juntas. Archivos que no abren, conversaciones que no querías tener, chismes que no querías saber y, finalmente, llego a mi carro, muy a las 7pm y encuentro en mi celular 4 llamadas perdidas de Fimb y Rowan... pensé que me habían cancelado la reunión de directiva, por la cual corrí como condenada para poder recoger mi carro e ir... no... no fue así.... Murphy se había hartado de hacerme la vida de cuadritos, o al menos eso creí hasta que llegué a mi casa, y una montaña de estornudos y tos me esperaba hasta el amanecer. Ooootra vez Gripa... sí, Fabian, la gripa es mi fantasma en Bogotá.

Hoy, para exorcisar este demonio que me persigue, decidí no decidir mucho, no arriesgar mucho, hacer cosas que no requierieran parafina, tomar muucho té y conocer las bondades del oxígeno tranquilizante que venden en el Bar de Oxígeno que Mari y Andrés me presentaron.

Dios salve a los martes 12 de septiembre, porque no son como los sábados 9 , domingos 10 y lunes 11 de septiembre.

Y si se me atraviesa un gato negro mañana 13, se los notificaré.


JO

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