viernes, 22 de febrero de 2008

BUENOS DÍAS, MALAS NOCHES
Mi vida es bastante predecible, a pesar de lo que quieren decir mis amigos cada vez que se puede. El ciclo es constante y ascendente, con muy esporádicos cambios dramáticos, pero la curva vuelve a su curso con un poco de paciencia.
Ahora es el turno del momento en que la Luna se va contra mí. Ya decía yo que tanta suerte no la regalaban en la esquina y si hay alguien a quién la ley del karma le aplica de forma eficiente, esa es Jo.
Ayer fue un excelente día, que tal vez había empezado días antes, si lo veo en perspectiva: buenos amigos, conversaciones excelentes, un ambiente laboral digno de aplausos, buenas conexiones, sueño apacible, pesadillas premonitorias, todo apenas para tener la vida organizada por algún periodo de tiempo. Pero no, en el mundo de la Hija de Murphy eso no sucede sin permiso de los dioses y creo que me perdí de algún trámite en mi solicitud de felicidad y me fue temporalmente cortado el servicio.
No entraré en detalles que a nadie le importan más que a mí, pero quiero desahogar lo que siento: si alguna vez estuve confundida en la vida, no tenía ni idea de lo que significaría el día 22 de febrero de 2008. Tengo demasiadas preguntas sobre el mezquino e inicierto futuro que ahora sí necesitan medidas drásticas de consideración. Hace 2 horas realmente me he sentado a pensar en grande, con detalle, sin apasionamientos (tal vez el lado oscuro me volvió a golpear, porque lo siento desarrollándose en mi interior) con la cabeza más fría que nunca, con las pocas uñas que tengo fijas en el suelo. Lista para la maratón.
Me cansé de mis actitudes benevolentes hacia el mundo. Mi jefe me acaba de demostrar que comportarse como una verdadera porquería realmente funciona. Siempre he bajado la cabeza con él y hoy estaba tan poco interesada en hacerlo con nadie que le dije sus cuatro verdades y ahora anda como un cachorro manso y menso. Aplicará así para todo el mundo? Qué hartera, pero es posible.
Sin embargo poner en su sitio a ese tipo no es realmente algo que solucione mis preguntas. Mis preguntas son más de fondo, más del significado de las palabras y los compromisos, de qué puedo o quiero asumir y qué no... de hasta dónde llega mi paciencia y arranca mi egoismo, me siento al límite de mis capacidades de inteligencia emocional y eso la última vez que sucedió no lo supe manejar. Ahora me siento más lista, pero armar una estrategia de juego no es tan sencillo.
He iniciado una carrera hacia el cerebro de mi menthor en estos asuntos y su influencia el día de hoy ha sido fundamental. No me ha dicho nada, no sabe ni qué tengo, pero ha servido realmente mucho para dilucidar esta madeja de enredos creados por la incomprensión (mía y ajena) y las pocas ganas que tengo de permitirle a los demás hacerme daño. Ya basta de sentirme una pendeja víctima de las calamidades... he de asumir que la vida es una mierda en general y que tiene momentáneos fulgores de suerte y que eso no me pasa sólo a mí y no siempre me va a tocar por culpa de quién sabe qué revoltijos de vidas ajenas... no es momento de evaluar los síntomas, sino la enfermedad.
Alguien me decía que lo importante es creer en uno mismo. Tal vez es verdad porque hoy más que nunca confío en lo que soy y es por eso que no permitiré nuevamente que una serie de conductas autodestructivas se manifiesten en mi entorno. Allá aquellos que busquen dañarme, porque soy mejor que eso. Ya una vez caí en esos juegos manipuladores y los pagué con desengaños, vacío y una cólera reprimida que tal vez aún no cesa, porque está demostrado que bajar la guardia y actuar con coherencia es un valor pasado de moda.
La ausencia de sentido de esta situación es muy notoria ya. Mis sentimientos están claros, pero no lo que quiero con ellos (sé que estas palabras me las cobrarás algún día, pero las estoy diciendo con plena conciencia de ellas), mis pasos a seguir aún están en discusión, pero ya no incluyen elementos con los que conté ciegamente hasta anoche. Está en mi naturaleza dudar de todo y de todos, y si aquellos que más buscaron que crea no lo hacen, no tiene sentido el esfuerzo? mejor me borro? lucho y trato de enderezar una situación en la que seré condenada a la silla eléctrica? El contrasentido está en que lo que se quiere de mí no lo cumplen los de la contraparte: no creen, cobran palabras, juzgan, no escuchan, desconfían de otros, no hacen esfuerzos por comprender y piden para sí que se haga eso que no hacen. Mi lógica no lo alcanza a dilucidar. Lamento mucho mi torpeza, pero no.
Por otro lado, el corazón sigue latiendo con fuerza. Me trata de aconsejar y darme nortes posibles, en eso no tengo nada decidido, porque tal vez es el centro del enredo. Qué peso dar a las palabras buenas y qué peso a las malas? Hay que dar algún peso o simplemente dejarse llevar por lo que se sienta en el momento y luego ver cómo queda todo? A estos asuntos ayer les tenía respuestas claras... hoy no sé.
Tengo sólo unas cuantas horas para dilusidar una salida, San Hades, auxíliame!!
JO








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