sábado, 1 de noviembre de 2008

LA HISTORIADORA


(A.K.A. Qué coños estaba pensando?)



Nuevamente a estas páginas a pensar. Hoy es el día de Todos los Santos y estoy pensando, así que, como tuve un tiempo libre, me devolví hacia atrás... Rompí uno de mis mandamientos personales y me puse a leer las cartas que antes me parecían un tesoro. Ay, Dios de las Cartas Marchitas...


Tenía miedo del futuro, eso fue lo que pasó. Y ahora estoy rodeada de cartas antiguas llenas de baches y mentiras a medias.


Hubo un tiempo en 1993 que me enamoré. Fue hermoso y tierno, muy sencillo y sentido. Yo pensaba que era lo mejor de este mundo, pero ahora que lo veo y lo leo, tal vez no lo fue tanto, sino la sombra que me cobijó por 10 años y me dejó exahusta y llena de tristezas.


En ese entonces era una niña llena de amigos de barrio que jugaba aún muñecas... no quería desprenderme de la infancia, aún lo entiendo y medio lo practico, pero en ese entonces se veía mejor, era más normal. En la casa 50 vivía un niño muy divertido llamado Juan David, un personaje que amaba su bicicleta y con el que era divertido conversar. Yo al principio lo detestaba, porque estaba bien odiar a los niños, pero luego algo pasó y me enamoré.


No fue tan rápido, fue lento y paso a paso. Nos poníamos cartas en escondites por todo el barrio para hablarnos, para palpar la vida del otro. Fueron cartas simples y bonitas que me hacían sonreir todos los días. Luego, el 16 de julio del siguiente año, por una serie de eventos terminamos cuadrados y me enamoré perdidamente. Luego todo fue hermoso, luego un caos, luego hermoso de nuevo y así, con crestas y valles que me dieron un vértigo horroroso y, después de 2 años, se fue y yo enloquecí de dolor.


Al decir enloquecer no me refiero a una triste metáfora, de esas con las que lleno este lugar. No. Realmente sentí enloquecer, me encerré con llave en casa para darme golpes en la cabeza sin que nadie me molestara, lloré hasta los gritos, me quedaba sentada en pilas de agua fria como para sentir algo, porque, poco a poco, dejé de sentir cosas... simplemente miraba el vacío del mundo para medio comprenderlo y seguir viviendo hasta que algo extraordinario me levantara.


Y así seguí, viviendo la vida que podía (o que él me dejaba tener, porque tenía por deporte restregarme su felicidad mientras yo me hundía) por dos laaaaargos años, hasta que me fui, para liberarme de muchas cosas... pero finalmente fue peor, porque ahora simplemente ya no tenía un corazón para regalar. Tal vez se había quedado en algún cajón de mi casa antigua. No lo sé.


Las personas que siguieron fueron bonitas sombras para adornar las paredes de mi cuarto y simplemente la soledad se apoderó de todo, de mi vida completa, así por fuera mucho estuviera pasando y así tuviera un compañero en la vida que no me defraudaba y medianamente hacía mover las fibras cardiacas que aún quedaban. Luego llegó el año 7 d.jd. y "decidí" recoger mi corazón... o eso creía.


Fueron otros 3 años, esta vez de dizque un amor gigante y lleno de sabores que no era sino un globo de latex que estalló al menor roce con la realidad. También hoy miré esas cartas, que supuestamente guardaban tanto, pero realmente no. Sólo palabras tímidas, mordiendo pero no tragando, porque estaba prohibido decir Te Amo, porque la "filosofía" decía que se debía ser mediocre para poder sobrevivir.... y, a decir verdad, la sombra más grande de mi vida seguía ahí, como una advertencia de qué podía pasar si volvía a mi antigua casa a recoger mi corazón para entregarlo.


Y bueno, la bomba estalló, todo salió despedido "en átomos volando" y yo me quedé otra vez sola y sin corazón, inmutable porque tampoco me sentí enloquecer ni murió nadie ni nada. Simplemente el vacío apareció nuevamente reclamando su lugar y yo me negaba que el amor de mi vida hasta el momento (por el tiempo y la estabilidad) era una gran mentira.

Ahora, supuestamente todo ha cambiado. El primer cambio es que ya no hay cartas por leer, porque el tiempo en que el romance se escribía murió, para dar pie a escribir todo lo que la persona que amas jamás te aceptará de frente. Ya no se escribe para mantener la llama del amor encendida, sino para encender otras, para pensar en otras, para dividir el deseo en cuantas sucursales sea posible... Es triste, sí, pero así es. Todos deseando a otro que no es el que tienes al lado, como un cuadro de Renoir.

El segundo cambio, es que me harté de recibir medios amores. Lo quiero todo. Lo siento, planeta Tierra, pero así es. No deseo jamás sentirme en franca competencia con el planeta entero, esperando a que aparezca otra persona que "caiga". No quiero buscar más...

Tal vez sea la culpa de otras no-cartas las que me impulsan a pensar en esto. Porque sí, lo admito, tengo otras no-cartas llenas de azufre, las mismas que contaba hace un tiempo. Tal vez Ángela tenga razón y debo expiar muchas cosas, y por eso no soporto que alguien más me diga sus mentiras. Pero no estoy segura de hacerlo. ¿Para qué? ¿Para sentirme beata cuando alguien más está buscando pista de aterrizaje en tierras diferentes? No vale la pena. Más bien vivamos juntos la sana hipocresía. Parece que a él le queda mejor así y me abre una puerta oxidada que podría aprovechar.



JO

1 comentario:

Caselo dijo...

Jo, las cartas guardadas durante tanto tiempo. Ese tropel de sensaciones como voces en off que a cada rato nos perturban y se disfrazan de recuerdos. Un tiempo que pasa de largo y uno cree que va en línea recta pero que, al mismo tiempo, se pisa la cola y termina dando vueltas en redondo. Y ahora te encuentras ante esos retazos que fueron dulces, brillantes y que después bajaron el telón de las tinieblas. Muy valiente eres al escudriñar en tu interior las señales de aqueños años que te permiten hoy agarrar el toro por los cuernos. Me encantó leerte. No sólo por la experiencia de vida y la sinceridad, sino por la forma en que relatas. Escribes muy bien.

Un abrazo

Carlos Eduardo