viernes, 30 de noviembre de 2007

CARTA A LA DEPOSITARIA DE LO QUE QUEDÓ

Noto con repugnancia y un poco de hilaridad que tus ojos piden mi cabeza.
Las leyes de la vida aún no te tocan, niña de mirada difusa,
no vale la pena ensuciarse las manos con lo que queda de tus rodillas.

No pediré tregua a una guerra que desconozco,
Mi sol brilla al costado norte de tu occidente,
Las fichas de tu juego infantil están guardadas en una mesa negra,
no busques mi voz, no me llames a la lucha.
No responderé.

Mis años me han enseñado a elegir mis batallas,
otrora fuera el momento de enfrentarnos,
y con garras y estrategia habría ganado la partida
mas entonces no decidí jugar el juego
que un florero de discordia se empeña en iniciar.

Hoy, el mundo es un laberinto dividido,
en cuatro polos rodeados por agua
mi polo es primavera y fuego que nace
el tuyo es el invierno calentado por las brasas que quedaron de un enorme incendio.

No aceptaré nunca más tus amenazas,
pelea sola, busca culpables, juega tus cartas.
Mis ideas son cristalinas y mis posiciones están aseguradas.
En caso de ataque, no me defenderé,
pues la razón se distancia del miedo
y yo ya no siento miedo... ese te lo regalé.

Deja ya que mi corazón siga su camino
ahora las películas que llenan mis ojos están pintadas de carmesí,
de los ojos de la belleza y el cuidado,
del sol radiante en medio de la lluvia.

Te deseo sólo que algún día consigas
esta paz que ahora me acompaña.
No será fácil, a juzgar por tus decisiones,
pero es posible, porque yo también la conseguí.


JO

P.D.= Es en serio y estás advertida. No más.

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