domingo, 7 de octubre de 2007


AGONÍA Y AUTOPSIA


Si se pudieran contar las veces que un ser humano muere en una vida, la desoladora cifra haría que nuevamente se replanteara la existencia total de la forma humana. De allí que jamás se haga una estadística al respecto.

Anoche fui forzada a contar... y no me gustó mi propia cifra.

Como verá -querido lector- la fiebre genera todo tipo de visiones que permiten a los escritores entender a sus demonios o simplemente enredarse más con ellos. En la noche de ayer pude cenar con un escritor, uno de los grandes, todo a causa de la muerte que causa la fiebre. Hablé con él horas y lloré como hace años (o tal vez meses, cierto Miyu?) no lo hacía. La razón suele ser la misma, porque soy un ser rutinario y masoquista en mis sueños, que se alimenta de sus propias desgracias, y todas aparecieron ayer, en fila, una por una.

Aún me duelen los brazos de lo fuerte que me sostuve para no seguir allí. Fui víctima de una autopsia viva, y la agonía era tal que no me recupero. Cuando mi cama me invitó a soñar ayer no me dijo que me levantaría viendo la lluvia caer y sintiéndome como la parte más desgastada de las zuelas de mis zapatos. No me duele ya nada, pero el mundo me pesa, como siempre que mi ángel negro decide tomar forma humana. Creo que los dioses no se han dado cuenta que he decidido dejar de sufrir y se empeñan en hacerme decaer.... tonta fiebre, maldita memoria.... evanescooooo, desaparece de una vez por todas, tonta muerte.



JO

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