lunes, 29 de octubre de 2007



IN MEMORIAM


Cuando muere alguien que siempre nos brindó sonrisas y buenos momentos, pareciera que la posibilidad de sonreir se hubiera aburrido de este mundo y hubiera tomado sus maletas para reunirse con esta persona.


La muerte, siempre implacable, ha diezmado mis palabras una vez más... otro amigo que se va. Como no sé qué más decir sin llorar, dejo las palabras de mi gran amigo David Ortiz:


"Queridas amigas, queridos amigos:

Con una infinita amargura les informarmo que nuestro amigo Cristian Rouillé falleció la mañana de este 29 de octubre, luego de estar hospitalizado cerca de una semana. Aunque la tristeza y la impotencia nos distraen ahora, tratemos de recordar los buenos momentos que pasamos con él, las alegrías que nos dio, todo lo que nos enseñó. Cristian fue una persona excepcional en todo sentido, nada era común en su forma de entender el mundo. Vivió cada momento de su vida con gran intensidad: amó con pasión, lloró con desgarro, rió a carcajadas. Nos contagió de descaro e irreverencia.

En estos momentos es necesario darse cuenta de que la vida se presenta de unas formas tan extrañas, y el amor se origina de unos focos tan inesperados, que tenemos que estar con los ojos muy abiertos, siempre alertas, porque cualquiera puede ser el primer o el último momento, y todos son, por igual, manifestaciones del universo, que debemos aceptar con alegría.

Los elegidos de los dioses mueren jóvenes. No sé por qué ahora estoy un poco (sólo un poco) más convencido de esto.

Un abrazo para todos.



David"



Carpe Diem, nuevamente... la muerte no vence a las grandes mentes sino que los lleva a un nuevo viaje de conocimiento.



JO

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